‘Border’, película fronteriza

‘Border’, realizada por el director sueco-iraní Ali Abbasi, supone la segunda adaptación de un relato del escritor John Ajvide Lindqvist. La primera fue ‘Criatura de la noche’, a cargo de Tomas Alfredson, que tuvo su remake norteamericano con ‘Dejame entrar’. Aquella brillante y perturbadora adaptación del mito vampírico, igual que está ocurriendo con ‘Border’, no pasó desapercibida para el público ni para la crítica. La película cuenta entre otros con premios en Cannes o los Oscar.

‘Border’, como su propio título indica, se sitúa en las fronteras. Y lo hace tanto a nivel del relato que nos cuenta como de la metanarrativa, física y sensorial, en la que nos envuelve. El comienzo de la película ya nos sitúa en ese límite. Nos presenta a un personaje con un cuerpo salvaje y grotesco, como la propia Tina nos indica después, deforme, tratado con la máxima naturalidad. Y además haciendo cosas de lo más prosaicas. En este caso empleando sus grandes capacidades olfativas para evitar el contrabando en su trabajo: agente de aduanas.

Transgénero en los bosques escandinavos

Se trata de una película que se despliega en el transgénero en los majestuosos bosques de Escandinavia. Parte del más puro realismo nórdico, con una progresiva introducción en la fantasía y el cuento cotidiano. Luego salta al thriller y desemboca en una compleja reflexión fílmica sobre los límites de aquello que nos hace humanos. Y con toques del cine de género de los 70. Alejada, sin embargo, de su estética más actual.

Una ser lleno de matices en una vida insulsa

Cuando Tina regresa a casa su existencia continúa siendo muy poco estimulante. De hecho mantiene una relación con su compañero muy alejada de sus aspiraciones vitales y sexuales. Conformista, como con un faldero que, a modo de los perros que Roland ama, le hace compañía. Además de ello, en ocasiones, visita a su viejo padre. Si bien las relaciones de Tina son tangibles, no parece que le aporten lo que necesita, no se siente parte.

La maestría con que el director nos va introduciendo en el universo fantástico de este relato es única. De la misma manera que la extremada sensibilidad, mimetismo y complejidad de Tina. Ya sea en su relación con la naturaleza, los animales, insectos especialmente, o de esas tremendas capacidades olfativas. Y cuando descubrimos que no solo le permiten encontrar sustancias prohibidas, sino penetrar a las personas en sus emociones más íntimas, sus pasiones más ocultas y sus patologías. Así es como se presenta el primer conflicto, en formato film noir. Al  descubrir en la frontera a un pederasta que podría formar parte de una red más amplia, la policía solicita la intervención de Tina en el caso.

Buscando la identidad en el otro

Poco después, de manera sutil, se produce el primer encuentro fronterizo con el otro personaje que resulta clave en el relato, Vore. Tina se descubre ante su espejo, un ser donde puede reconocer su propia monstruosidad, y por el que siente una pasión salvaje, totalmente animal. Este momento marca un antes y un después en el metraje, todavía navegando entre el realismo crudo y la fantasía apocalíptica.

Vore representa la otredad de nosotrxs mismxs, en la medida que Tina ni siquiera la conoce. Y, por el momento, es mejor que vosotrxs tampoco. De esta manera el personaje de Tina va evolucionando hacia una ruptura contra las convenciones sociales que le oprimen.

Amor y mucho más que amor

Con estos ingredientes la catarsis amorosa está asegurada en un encuentro que sirve para contarnos muchas cosas.

Es por un lado una adaptación del mito para entender el presente. Pero también un viaje de autodescubrimiento y búsqueda de identidad más allá de las mentiras que nos definen. Y una encarnizada batalla por trazar la frontera que establece los límites de lo extraño. También es una problematización de los conceptos de belleza y fealdad, de ternura y maldad. A su vez, no está exenta de una crítica a una humanidad deshumanizada y, a su manera, de una esperanza de un futuro mejor. Y quizás, por encima de todo ello, es una atípica historia de amor entre dos seres diferentes que, al encontrarse, al reconocerse en su belleza, se sienten reconfortados. Tina consigue aceptarse y en ello reside su renovada vitalidad, su felicidad. Como la del espectador al ver a los dos personajes desnudos corriendo en libertad por esos bosques encantados.

Contra la sexualidad hegemónica

Hay varios momentos increíbles en ‘Border’. Pero si alguno destaca por encima del resto es esa “incomoda” escena sexual que destruye y recompone los límites, de nuevo en la frontera, entre la belleza y el género, la fantasía y el queer. Y aunque pueda resultar desconcertante, nos parece que el final también es magistral.

En él, como en todo su desarrollo, la imaginación desbordante del relato no nos permite adelantarnos a los sucesos. Por ello, hasta nos resulta natural la manera de enlazar el cuento y el thriller, y llevarlo hasta las últimas consecuencias. Tina se libera porque, sabiendo lo que es, ahora decide desde donde quieren serlo.

Hemos acabado la crítica y no hemos dicho la palabra mágica… Cuando veáis la película lo entenderéis.

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