“En una palabra la imagen cinematográfica es la imagen de la vida”
En ViralVideo producciones nos gusta mucho leer y comentar textos sobre cine. Hoy vamos a comentar el escrito de un gran artista cinematográfico, Andréi Tarkovski.
Lecciones de cine para escultores del tiempo
Desde hace no mucho tiempo podemos disfrutar en castellano del primer gran libro teórico del director ruso, con el título ‘Atrapad la vida. Lecciones de cine para escultores del tiempo’. Este puede ser considerado el germen del famoso ensayo del autor, de gran importancia para la reflexión audiovisual desde su publicación, ‘Esculpir el tiempo’. Si el cinematógrafo hace bien su trabajo, bajo la atenta observación del director, habrá logrado atrapar la vida. Y, de esta forma, esculpir el tiempo. Nada tiene que ver con deformarlo o estilizarlo. Ni tampoco con esculpir en él o sobre él, como se tradujo erróneamente su título al castellano. Según los traductores del presente texto, como el resto de la obra.
Para Tarkovski el trabajo cinematográfico es siempre una reducción a la que nos obliga una narración verdaderamente completa, la vida. Como dicen los editores, el director ruso pensaba lo impensable con imágenes. Aquí intenta traducirlo con palabras. El presente texto es una compilación de apuntes para las clases de especialización postuniversitaria que impartió en la Goskino (Comisión Cinematográfica de la URSS). A ellos se añaden artículos escritos para diversas revistas.
El cinematógrafo como arte
Para el autor si una película es confeccionada como obra de arte, se presentará en términos absolutos tan incomprensible como la vida. La obra de arte quiere expresar el infinito. Aunque, como también sostiene, una película debe buscar la verdad de las cosas, de los hechos, una auténtica experiencia. La cuestión es que esa búsqueda de verdad es irreductible al tiempo, nunca se agota. Por ello entiende que el verdadero cine, sea o no de ficción, debe acercarse al documental como forma de restituir la vida. Las fórmulas cinematográficas se resquebrajan ante el material fílmico que nos ofrece la vida. Por eso Andréi no nos da ninguna.
Tarkovski no rodó muchas películas ni tampoco escribió demasiados libros. Ya se lo anticipó en ensoñaciones místicas Pasternak: “Realizarás solo siete películas, pero serán todas buenas”. La contingencia de los acontecimientos le hizo enfrentar la censura y, llegado el momento, el exilio. Sin embargo, cada uno de sus ensayos o películas tienen un valor incalculable. Nos referimos a La infancia de Ivan, Solaris o Sacrificio, por citar una de cada época.
Además fue uno de esos cineastas que trató de plasmar por escrito sus complejas y edificantes teorías sobre el cine. Y lo hizo de manera siempre sugestiva, reflexiva y valiente. El cine puede ser arte y ayudarnos a afrontar, desde ese lugar, los problemas vitales a los que nos enfrentamos como seres individuales y sociales, como especie.
¿Es el cine un arte sintético?
Para el director ruso, el creador de una obra audiovisual debe aspirar a la simplicidad del haiku. Esa forma de observación que capta la realidad compleja, en toda su profundidad, y nos la devuelve en tres sencillos versos. Y aunque Tarkovski se muestra escéptico sobre la correspondencia entre el cine y el resto de artes, emplea esta analogía.
“La cualidad poética de una película nace de la observación inmediata de la vida”.
Este es otro de los hilos que está presente a lo largo de toda la obra. Desgranar las especificidades de la obra cinematográfica frente al resto de artes. Explicar porque el cine no es, como tantas veces se ha dicho, un arte sintético. Y que su especificidad tiene que ver con su materia prima principal, el tiempo.
“No hay arte que pueda compararse al cine en cuanto a la fuerza, la precisión y el rigor con que éste es capaz de reproducir la percepción de los hechos que se dan y se modifican en el tiempo”.
La única síntesis que conlleva una película es con la propia vida de su creador.
Las normas están para saltárselas
Además, Tarkovski plantea su crítica a un tipo de dirección, a la estructuración del proceso creativo desde el guion. Se trata del capítulo titulado “Los guionistas no existen”. También a una cierta dirección de actores/actrices. Por último, deconstruye la sala de montaje como centro de organización de la película final. Y durante todo este proceso reflexivo nos carea con algunos de los más grandes: Bresson, Fellini o Bergmann, así como muchos ejemplos de sus propias películas y montajes.
Pero lo que sobre todo nos enseña Tarkovski es su inquebrantable pasión por el cine. Y su concepción del mismo como un arte creativo y espiritual que lleva a la práctica a modo de catarsis. De esta manera nos entrega lo más rico que puede ofrecer un ser humano. Su particular e irremplazable mundo interior, su singularidad.
Si te ha gustado la reseña de este libro, podrás encontrar más en ViralVideo producciones.